El estilo gótico sucede al románico, el hecho es que se produce un cambio brusco en la concepción de las formas, se observa una progresiva liberación del marco arquitectónico y un mayor naturalismo.
Los capiteles dejan de ser un espacio preferente para los relieves; las arquivoltas de los pórticos pasan de ser decoradas en sentido radial para serlo en el sentido de los arcos.
Las esculturas de bulto redondo empiezan a independizarse de las paredes y a hacerse cada vez más autónomas. Las adosadas a las columnas y parteluces se hacen más esbeltas y dinámicas.
En el Gótico la escultura será un arte muy fecundo y en constante evolución desde el punto de vista estilístico:
En el siglo XIII se pone de moda un tipo alargado, de pliegues y ornamentos muy sencillos, rostro triangular, sonrisa estereotipada y de cierto amaneramiento.
En la segunda mitad del XIV las figuras se alargan, canon esbelto, y se curvan finamente, ligera sinuosidad en el sentido flamígero comentado en la arquitectura, sus ropajes se pliegan en innumerables pliegues, es el denominado “estilo internacional”.
Por último, en el siglo XV, se experimenta una reacción frente a este arte amanerado y triunfan tipos macizos y pesados, de un mayor realismo
Los personajes de la escultura gótica, en ese creciente humanismo, abandonan las posturas verticales, simétricas y hieráticas para adoptar posturas cada vez más amaneradas y con gran sentido del movimiento realista.
También se intenta mostrar las emociones de alegría, dolor, ternura, simpatía o tristeza de los personajes.
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